jueves, 20 de septiembre de 2012



 

El poema "Romance de Delgadina"

de Luis Miguel Gómez Garrido






El tema central que vertebra el romance de

Delgadina es el incesto, tratado desde una perspectiva trágica; o más bien la pretensión incestuosa por parte del padre, porque la protagonista no accede en ningún momento a las pretensiones de su padre, lo
que la consagra como “mártir cristiana”, en palabras de Librowicz.


 Este detalle no carece de importancia, ya que, en otras versiones del romance, el final acaba con la
muerte de la muchacha, aunque también con un motivo que condiciona semánticamente
la interpretación del romance: Delgadina sí que accede a las pretensiones de su padre
con el fin de salvar su vida, aunque el rescate llegue luego demasiado tarde, cuando ella
ya está muerta:


Romance de Delgadina



Romance de Delgadina

Un rey tenía tres hijas,
Tres hijas como la plata.
La más pequeña de ellas
Delgadina se llamaba.
Un día estando a la mesa
Su padre la remiraba.

--¿Qué me miras, padre mío,
que me miras a la cara?
--Te miro una cosa hija
que has de ser mi enamorada.
--No lo querrá Dios del cielo
ni la Virgen soberana
que mi madre sea suegra
y mis hermanas cuñadas.
--Alto, alto, mis criadas,
a Delgadina matarla.
Y si no la queréis matar,
Encerrarla en una sala.
No la deis de beber,
Ni tampoco de comer
Mas que un poco de agua turbia
Y una sardina salada.

Han pasado siete días.
Asomada a una ventana
Ha visto a sus hermanitas
Bordando juegos de plata.

--Hermanas, si sois hermanas
Darme una jarra de agua,
Mas de sed que no de hambre
A Dios entrego mi alma.
--Retírate Delgadina,
Delgadina desgraciada,
si mi padre lo supiera
la cabeza nos cortara.

Delgadina se retira
Triste y desconsolada.
Con lágrimas en los ojos
Iba regando la sala.

Han pasado siete días.

Se ha asomado a otra ventana.

Ha visto a su tierna madre
Peinando sus bellas canas.

--Madre, si usted es mi madre,
deme una jarra de agua,
mas de sed que no de hambre
a Dios entrego mi alma.
--Retírate Delgadina,
Delgadina desgraciada,
que por ti no como en mesa
ni tampoco duermo en cama.

Delgadina se retira
Triste y desconsolada.
Con lágrimas en los ojos
Iba regando la sala.

Han pasado siete días.

Se ha asomado a otra ventana
Y allí estaba su padre.

--Padre, si usted es mi padre,
deme una jarra de agua,
mas de sed que no de hambre
a Dios entrego mi alma.
--Hija yo te lo daré
si tu cumples mi palabra.
--Padre yo la cumpliré
aunque sea de mala gana.
--Alto, alto, mis criadas,
a Delgadina agua darle;
unas con jarras de oro
y otras con jarras de plata.

A llegar a Delgadina
Ya nada le hacía falta:
Una fuente había a su lado
Y ya estaba amortajada.


 
                    

 


"En lo particular, nunca he sido delgada. "
A.E.M.A: 

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