viernes, 13 de julio de 2012


Los primeros 163 casos de la obra de Krafft Ebing traducidos al Español por Alberto Bustos.

Krafft Ebing reconocido como influencia para autores como Freud. Escribió sobre las perversiones en 1886.

 A.E.M.A.  

La Psychopathia sexualis del forense y psiquiatra austriaco Krafft-Ebing es un tratado sexológico que marcó la percepción de la sexualidad en el mundo occidental desde su primera edición en 1886.

Los casos constituyen un panorama de las manifestaciones sexuales consideradas anormales en aquella época, desde las relaciones homosexuales hasta la necrofilia, pasando por el masoquismo y el fetichismo. Estos -que no su interpretación- mantienen su actualidad y relevancia porque son la expresión de pulsiones universales del ser humano y no el producto de un periodo histórico concreto.

Este blog se va actualizando con la traducción de estos casos desde el original alemán (14.ª ed., Stuttgart: Enke, 1912). Se hace así accesible a los lectores hispanohablantes una obra fundamental y poco conocida conocida hasta ahora en nuestro ámbito lingüístico y cultural.

La traducción se realiza en el marco del proyecto de investigación FEM2009-07194 (Ministerio de Ciencia y Tecnología, España).

Traducción de Alberto Bustos




Caso 1. J. René, inclinado desde siempre a los placeres sensuales y sexuales, pero guardando el decoro, daba muestras a partir de los 76 años de edad de una paulatina pérdida de inteligencia y un avance en la perversión del sentido moral. Si antes era avaro, extremadamente decente, consumpsit bona sua cum meretricibus, lupanaria frequentabat, ab omni femina in via occurente, ut uxor fiat sua voluit, aut ut coitum concederet, y atentaba tan gravemente contra la decencia pública que hubo que internarle en un manicomio. Allí su excitación sexual aumentó hasta llegar a un estado de verdadera satiriasis, que se mantuvo hasta la muerte. Semper masturbavit et aliis praesentibus, delirium ejus plenum erat obscoenis imaginibus, viros qui circa eum erant, mulieres eos esse ratus, sordidis postulationibus vexavit (Legrand du Saulle, La folie p. 533).
Con la demencia senil, también señoras que han sido mujeres respetables pueden caer en tales estados de excitación sexual extrema (ninfomanía, furor uterino).


Caso 2. Señor X, de 80 años, elevada posición, familia con tara hereditaria, desde siempre con gran apetito sexual, y cínico, de carácter anormal e irascible, ya desde joven prefería la masturbación al coito según reconoce él mismo, pero no dio nunca muestras de sexualidad contraria, tuvo queridas, engendró un hijo con una de ellas, se casó con 48 años por inclinación, engendró todavía 6 hijos, nunca dio motivo de queja a su esposa durante su matrimonio. La información que pude obtener sobre la situación familiar es incompleta. Sí constan sospechas de que a su hermano le gustaban los hombres y de que su sobrino perdió el juicio por abusar de la masturbación.
Desde hace años, el carácter del paciente, de suyo extraño e irascible, viene extremándose. Se ha vuelto tremendamente desconfiado y basta con contrariar mínimamente sus deseos para que incurra en explosiones emocionales e incluso ataques de cólera durante los cuales llega a levantarle la mano a su esposa.
Desde hace un año presenta signos claros de una incipiente demencia senil. El paciente se ha vuelto olvidadizo, ubica incorrectamente episodios del pasado y su orientación temporal es deficiente. Desde hace 14 meses se observa en el anciano un verdadero enamoramiento respecto de algunos sirvientes masculinos, especialmente un joven jardinero. Normalmente se muestra áspero y distinguido ante los subordinados, pero a este favorito le colma de atenciones y dádivas y ordena a la familia y al servicio que le traten con el máximo respeto. El anciano espera el momento del encuentro con verdadero ardor sensual. Echa a la familia para quedarse a sus anchas con el favorito, permanece encerrado con él durante horas y cuando las puertas se abren de nuevo aparece agotado en la cama. Además de con este querido, el paciente ha mantenido también relaciones esporádicas con otros sirvientes. Hoc constat amatus eum ad se trahere, ab iis oscula concupiscere, genitalia sua tangi jubere itaque masturbationem mutuam fieri. Este comportamiento ha dado lugar a una desmoralización en toda regla. La familia se halla impotente, pues toda oposición por su parte desencadena ataques de cólera durante los cuales llega a amenazar a sus parientes. El paciente se entrega sin miramientos a sus perversos actos sexuales, de modo que a su desconsolada familia (personas de alta consideración) no le queda otro remedio que incapacitarlo e ingresarlo en un manicomio.
No se aprecia excitación erótica alguna ante el sexo opuesto, aunque el paciente comparte lecho con su esposa. Cabe destacar en relación con la perversa sexualidad y profunda degradación del sentido moral de este desdichado el hecho de que pregunte a


Caso 3. K., 29 años, funcionario, acude a mi consulta preocupado por lo anómalo de su estado sexual; le gustaría casarse, ya que está solo en el mundo, pero únicamente por sensatez. Nunca ha experimentado excitación sensual alguna. Solo conoce la vita sexualis por referencias de otras personas y lecturas eróticas, aunque estas no producen en él el más mínimo efecto. No siente aversión alguna por el sexo femenino ni tampoco ha experimentado nunca inclinación por el propio, nunca se ha masturbado. Desde la edad de 17 años, poluciones ocasionales, pero sin ir acompañadas de sueños lascivos. Erecciones solamente por la mañana, al despertarse, y desaparecen al vaciar la vejiga. Excepto por su carencia de sentimientos sexuales, K. se considera completamente normal. No se constata defecto psíquico alguno, pero le gusta la soledad, es persona de seca racionalidad, sin interés por las bellas artes, profesionalmente robusto y apreciado.



Caso 4. W., 25 años, vendedor, supuestamente sin taras, nunca ha estado enfermo de gravedad, nunca se ha masturbado, desde los 19 años de edad poluciones ocasionales, por lo general acompañadas de sueños libidinosos. A partir de los 21 años, muy raramente, coitos, actos casi masturbatorios en el cuerpo de la mujer, sine ulla voluptate. W. asegura que realizó tales intentos únicamente por curiosidad y que pronto los abandonó por ausencia de necesidad, satisfacción e incluso erección. Tampoco se ha visto nunca atraído por el propio sexo. Su defecto no le resulta penoso. Ética y estéticamente no presenta síntomas carenciales.


Caso 5. F., 36 años, jornalero, fue ingresado en mi clínica a principios de noviembre por parálisis espinal espástica. Asegura proceder de familia sana. Desde su juventud, tartamudo. Microcefalia. Paciente afectado de cierta imbecilidad. Nunca fue sociable, nunca había experimentado excitación sexual. La visión de una mujer nunca tuvo para él atractivo alguno. Nunca experimentó impulsos masturbatorios. Erecciones frecuentes, pero solamente por las mañanas, al despertar, con la vejiga llena y sin rastro de excitación sexual. Raramente poluciones, aproximadamente una vez al año durante el sueño, por lo general acompañadas de sueños en los que tiene algo que ver con un individuo de sexo femenino. Pero estos sueños tampoco tienen un contenido erótico explícito, como no lo tienen sus sueños en general. Al parecer, el acto de la polución no va acompañado de verdadero placer. El paciente no tiene conciencia de su falta de sensaciones sexuales. Asegura que su hermano, de 34 años, es idéntico a él en lo sexual; en cuanto a su hermana, de 21, le parece también probable. Según él, un hermano más joven tiene una disposición sexual normal. La exploración de los genitales del paciente no revela anomalía alguna, excepto fimosis.


Caso 6. Señor W., 33 años, fuerte, sano, con genitales normales, nunca ha experimentado libido, ha intentado sin éxito despertar su ausente impulso sexual mediante lecturas obscenas y relaciones con meretrices. En estos intentos sólo sintió un asco que le llevó hasta el vómito, agotamiento nervioso y físico, y, tan solo una vez que forzó la situación, una erección momentánea. W. nunca se ha masturbado, desde los 17 años ha tenido una polución cada par de meses. Intereses importantes le movieron a casarse. No tenía miedo a las mujeres, deseaba tener hogar y esposa, pero se sentía incapaz de consumar el acto sexual, y murió soltero en la guerra civil americana.



Caso 7. X., 27 años, genitales normales, nunca ha experimentado libido. Lograba la erección fácilmente con estímulos mecánicos o térmicos; pero, en lugar de causar libido, esto le empujaba regularmente a excesos con el alcohol. A su vez, estos también daban lugar a erecciones espontáneas, con lo que se masturbaba ocasionalmente. Sentía aversión hacia las mujeres y asco ante el coito.
Si intentaba consumarlo durante una erección, esta desaparecía inmediatamente. Muerte en coma en un ataque de hiperemia cerebral.


Caso 8. Señora O., de constitución normal, sana, menstruación regular, 35 años, casada desde hace 15, nunca ha experimentado libido, nunca ha sentido excitación erótica durante el contacto sexual con su cónyuge. No sentía aversión hacia el coito, a veces incluso parecía encontrarlo agradable, pero nunca sintió el deseo de repetir el acto de la cohabitación.


Caso 9. F. J., 19 años, estudiante, hijo de una madre nerviosa cuya hermana era epiléptica. Con 4 años, afección cerebral aguda durante 14 días. De niño insensible, frío para con sus padres; como escolar, raro, cerrado, se aislaba y se dedicaba a cavilar y a leer. Con talento. Desde los 15 años onanismo. Desde la pubertad, excentricidad, constantes alternativas entre el fervor religioso y el materialismo, estudios de teología y ciencias naturales. En la universidad los compañeros le tomaban por un chiflado. Solamente leía a Jean Paul, desperdiciaba el tiempo. Total ausencia de sentimientos sexuales hacia el otro sexo. Una vez se dignó a realizar el coito, pero no experimentó sensación sexual alguna, le pareció una estupidez y no trató de repetirlo. Sin base emocional alguna, le rondaba la idea del suicidio; escogió este como tema de una disertación filosófica en la que lo presentaba, junto con la masturbación, como un acto totalmente aconsejable. Tras repetidos intentos con diversos venenos, probó con 57 granos de opio, pero le salvaron y le trasladaron a un manicomio.
El paciente carece de todo sentido moral y social. Sus escritos revelan una increíble frivolidad y banalidad. Posee amplios conocimientos, pero su lógica es caprichosa y extravagante. No hay rastro de manifestaciones afectivas. Trata todos los temas con indiferencia e ironía sin igual, incluso los más elevados. Con sofisterías y falacias defiende el suicidio, que pretende llevar a cabo como lo haría una persona cualquiera con el más nimio asunto. Lamenta que le hayan quitado la navaja. Si no, se hubiera podido cortar las venas en la bañera como Séneca. Un amigo le había dado hacía poco un laxante en lugar del veneno que quería. En lugar de acabar en el otro mundo, acabó en el retrete. Dice que su “vieja, extravagante y absurda idea” solo se la puede extirpar el gran cirujano de la guadaña, etc.
El paciente posee un gran cráneo romboidal, la parte izquierda de la frente está más aplanada que la derecha. La parte trasera de la cabeza presenta una fuerte inclinación. Orejas en posición muy atrasada y muy abiertas, el conducto auditivo externo forma una estrecha rendija. Genitales muy fofos, testículos inusitadamente blandos y pequeños.
De vez en cuando el paciente se queja de que “le da muchas vueltas a la cabeza”. No puede evitar preocuparse de los problemas más nimios, pasa horas y horas cavilando sin poder evitarlo, lo que le resulta penoso y agotador. Acaba tan cansado que no es capaz de pensamiento sensato alguno.
Al cabo de un año, el paciente fue dado de alta sin mejoría, seguía dedicando su tiempo a leer, pasear, pensaba en fundar un nuevo cristianismo porque Cristo había sido un megalómano y había engañado al mundo con milagros (!). Tras un año de estancia en casa fue ingresado nuevamente por un súbito episodio de excitación psíquica. Presentaba una mezcla de delirio persecutorio primordial (demonio, Anticristo, dice que le persiguen, temor al envenenamiento, voces que le persiguen) y de grandeza (se cree Cristo, redención del mundo), todo esto concurre con acciones impulsivas en medio de una gran confusión. Tras cinco meses remitió esta enfermedad mental intercurrente y el paciente volvió a su extravagancia intelectual originaria y a sus defectos morales.


Caso 10. E., 30 años, oficial pintor (desempleado), fue ingresado tras intentar amputar el escroto a un muchacho al que se había llevado al bosque. Motivó su propósito diciendo que quería cortarlo para que la tierra no se reproduzca; al parecer se había causado ya frecuentemente cortes en sus propios genitales durante su juventud con este mismo propósito.
No se puede averiguar el árbol genealógico de E. Desde la niñez es mentalmente anormal, apático, nunca fue divertido, muy irritable, iracundo, ensimismado, imbécil. Detestaba a las mujeres, le gustaba la soledad, leía mucho. De vez en cuando se reía solo, hacía tonterías. En los últimos años se había acentuado su misoginia, concretamente hacia las embarazadas, que, decía, solamente traían miseria al mundo. También destestaba a los niños, maldecía a sus progenitores, albergaba ideas comunistas, despotricaba de los ricos y el clero, de Dios, que le había traído tan pobre al mundo. Aseguraba que era preferible castrar a los niños que ya existían antes que traer más al mundo y condenarlos a la miseria y la pobreza. Siempre había pensado así, había intentado castrarse ya con 15 años para no contribuir a la desdicha y procreación de los humanos. Desprecia al sexo femenino porque contribuye a tentar a la gente. En toda su vida solamente se ha dejado masturbar dos veces por mujeres; es lo único que ha tenido que ver con ellas. Parece ser que experimenta impulsos sexuales de vez en cuando pero sin intentar satisfacerlos de forma natural. Si la naturaleza no se encarga de ello, lo soluciona él de vez en cuando mediante el onanismo.
E. es un hombre fuerte y musculoso. La constitución de los genitales no presenta anomalía alguna. En escroto y pene se encuentran numerosas cicatrices como consecuencia de anteriores intentos de autoemasculación no consumada (según afirma, debido al dolor). En la rodilla derecha, genu valgum. No se encuentra rastro de onanismo. Es de natural hosco, terco, irritable. Los sentimientos sociales le son totalmente ajenos. Aparte de sueño muy deficiente y frecuentes dolores de cabeza, no se dan alteraciones funcionales
Fue Kraft Ebing el que contribuyo a la ciencia y literatura creando los terminos "masoquismo" y "sadismo" atribuyendoselo a los dos grandes autores Sacher Masoch y el Marquez de Sade.

¿Te interesa saber más sobre esta literatura?


No hay comentarios:

Publicar un comentario